Naciones Hundidas II

El mundo llega a la cifra dolorosa de un millón de muertes por Covid-19 al tiempo que la ONU cumple 75 años de haber sido creada tras la devastación de la II Guerra Mundial. Ahora el enemigo común es un virus, pero lejos de haber unión entre los países, destaca la división y la falta de propuestas concretas para enfrentar la crisis por la pandemia. Es lamentable.

En el desfile de los egos del debate general de la Asamblea General (UNGA en inglés) hubo dos ausencias notables: la de Angela Merkel de Alemania y Jacinda Ardern de Nueva Zelanda, campeonas irrefutables para el control de la pandemia. Sus razones tendrán.

Si bien Merkel participó en la ceremonia del 75 aniversario de la ONU, el 21 de septiembre y dejó bien clara su postura, descartó participar en el segmento de alto nivel dejando en su lugar al ministro de exteriores Heiko Mass.

«Al final, las Naciones Unidas sólo pueden ser tan buenas si sus miembros están unidos. Con demasiada frecuencia, el Consejo de Seguridad de la ONU está bloqueado cuando se necesitan decisiones claras. Necesitamos reforma», demandó Merkel.

“Cualquiera que crea que puede salir adelante por su cuenta está equivocado. Nuestro bienestar es compartido. Y también nuestro sufrimiento. Somos un mundo», afirmó Merkel.

Por su parte, Ardren quien hace dos años robó las miradas cuando se presentó en la sede de la ONU en Nueva York con su bebé Neve en brazos, dijo a la prensa que si hablara hoy en la UNGA haría una reflexión sobre “cuál es nuestra humanidad compartida y cómo ese debería ser nuestro punto de partida al abordar los desafíos”.

“Covid va a causar fracturas en todo el mundo. Porque eso es lo que hacen las crisis económicas. La incertidumbre conduce al miedo. Los políticos tienen un papel muy importante para unificar y brindar esperanza en lugar de capitalizarla para obtener ganancias políticas que exacerban aún más el miedo”, remarcó Ardren.

Para sorpresa de muchos, Boris Johnson del Reino Unido, uno de los líderes más criticados en el mundo por subestimar el virus, llegó con un plan.

Trató de compensar las críticas en su contra con una interesante propuesta de 5 puntos para enfrentar esta y futuras pandemias. Ofreció ayuda millonaria, más de 800 millones de libras, para la OMS y para el programa de vacunas Covax que busca acceso equitativo para todos los países.

Pidió evitar aranceles para todo lo relacionado al tratamiento del Covid como gel, jabón, guantes, mascarillas, equipo de protección, ventiladores, oxígeno, medicamentos, así como garantizar el abasto, entre otros puntos.

“Después de nueve meses de luchar contra el Covid, la noción misma de comunidad internacional parece hecha jirones”, dijo Johnson quien admitió que el virus «nos pilló durmiendo».

“A menos que nos unamos y dirijamos el fuego contra nuestro enemigo común, sabemos que todos perderán. Es el momento para que la humanidad cruce las fronteras y repare estas desagradables fisuras», dijo en un discurso difícil de creer después del Brexit.

En el debate, un verdadero desfile de vanidades, cada mandatario presumió de lo que carece, pero sin duda uno de los papeles más grotescos fue el del presidente Andrés Manuel López Obrador quien por primera vez participaba en dicho foro y perdió la oportunidad de mostrar liderazgo de México para América Latina. Cuesta trabajo entender por qué la cancillería aprobó semejante video. Fue un desastre.

Otro de los momentos vergonzosos fue cuando Jair Bolsonaro de Brasil, segundo país más afectado por la pandemia, no habló de 140 mil muertos por Covid, pero en cambio aseguró que había una conspiración en su contra por los incendios en la Amazonía.

El cubano Miguel Díaz-Canel continuó con su eterna queja del bloqueo yanqui y pidió el premio Nobel de la Paz para los médicos cubanos, cuando en realidad el galardón lo merece el personal de salud de todo el mundo.

Muy desagradable el filipino Rodrigo Duterte, defendiendo con cinismo su guerra contra las drogas, denunciando «grupos de interés» que utilizan los derechos humanos para desacreditar su gobierno. Muy guardado se tenía el informe de la ONU en el que es acusado por “decenas de miles de asesinatos” cometidos con total impunidad por las fuerzas del orden y protegidos por una «licencia para matar» del gobierno de Manila. Es patético.

Y no podía faltar Nicolás Maduro quien atribuyó el éxodo de 5 millones de venezolanos a las sanciones económicas y no a la crueldad de su gobierno. Ahora resulta que la falta de garantías, la represión de la oposición, detenciones arbitrarias, ejecuciones, tortura, la falta de alimentos, de agua, medicinas, de servicios básicos, no fueron las causas de la huida de la gente. Es monstruoso.

Llama la atención su frescura cuando un informe de la ONU presentado en Ginebra acusa a Maduro, al secretario de defensa y del interior de «crímenes de lesa humanidad». Un informe fuerte, que por supuesto Caracas ha descalificado.

Y así pasaron los videos de las grandes potencias y países de todo tipo en esta primera UNGA virtual que hace reflexionar sobre el destino de la ONU y su función en este escenario pandémico.

Algunos gobiernos piden unidad en un mundo secuestrado por el virus, con crisis económica, desempleo, pobreza, frustración de los jóvenes y descontento social en la mira, pero la gran mayoría de los mandatarios se fueron hundiendo en sus discursos irrelevantes, mentirosos, desprovistos de sustancia. Muy poco que festejar en el 75 Aniversario de la ONU.

Gabriela Sotomayor, Ginebra, Suiza.
Para Eje Central.